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Labruna

Index: H. Bustos Domecq, Seis problemas para don Isidro Parodi, OCC,Obras completas en colaboración. Buenos Aires: Emecé, 1979. 13.
Type
N

Argentine politician

Parodi: “Durante la intervención de Labruna”: la frase encierra una ambigüedad que da ocasión a una broma. En primer lugar, el sustantivo ‘intervención’ suele interpretarse en sentido propio como la acción de un gobierno federal que asume provisionalmente las funciones de las autoridades provinciales. Las circunstancias políticas de la época alientan la conjetura de que el mencionado Labruna podría haber sido uno de los varios ‘interventores’ que los gobiernos nacionales de la ‘década infame’ (1930−1943) (cf. “Formas” §8) designaron para fiscalizar diversas provincias. Según esta lectura, sería en su condición de supuesto ‘interventor’ de la provincia de Santa Fe, que Labruna habría nombrado a Bustos para desempeñar esos cargos públicos. Pero hay una segunda interpretación, posibilitada por el uso del término ‘intervención’ no en el contexto político o jurídico habitual sino en la jerga del fútbol, que se ajusta perfectamente al texto (cf. Pérsico 111-112, quien añade que Borges admitió que esa frase “fue una ocurrencia de Adolfito”). Para hablar de la actuación o la participación de algún jugador en algún momento del partido, los periodistas y locutores deportivos echaban mano de términos supuestamente más novedosos y cultos, como el sustantivo ‘intervención’ y el verbo ‘intervenir’. “La intervención de Labruna” seguramente era una frase reiterada en las transmisiones de fútbol de los años cuarenta, ya que Ángel Amadeo Labruna (1918−1983) era entonces el más famoso de los jugadores de River Plate, el club de fútbol que resultó campeón en 1941 y 1942. En este pasaje, Borges y Bioy ironizan sobre este empleo del verbo ‘intervenir’, una de las tantas palabras y expresiones pomposas del lenguaje del periodismo deportivo, una moda también compartida por políticos de recurrir a términos no usuales, de inventar palabras presuntuosas y rebuscadas o de atribuirles nuevos significados, con la intención de aparentar originalidad, refinamiento y cultura. (Sobre el término ‘intervención’ empleado con este significado, cf. también Esse §1). En su Diccionario del argentino exquisito, Bioy elabora un catálogo de estas expresiones e ironiza sobre ellas y quienes las emplean, calificándolas peyorativamente de ‘exquisitas’. La mayoría de las palabras que reúne en el diccionario son propias del vocabulario castellano, pero han sido falseadas por el uso y abuso que de ellas hace el ‘exquisito’. En 1971, en el prólogo al Diccionario, ‘Javier Miranda’ −seudónimo que emplea Bioy en la ocasión− acusaba como culpables de las deformaciones del idioma a “un tropel de presidentes, de ministros, de militares, de sindicalistas, de profesores, de anunciadores, de arquitectos, de médicos, de periodistas, de dentistas, de sociólogos y de psicólogos.” Bioy incorpora al acervo del lenguaje exquisito los eufemismos, una “variante de esa cursilería, de ese fruncimiento”, que lleva a “llamar a los viejos, miembros de la tercera edad […], empleada doméstica a la mucama, y encargado al portero”. Borges y Bioy ridiculizan a sus personajes haciendo que se refieran a un abogado llamándolo “confesor jurídico” (“Penumbra”); a un impresor, “señor regente de los talleres gráficos” (“Enemigo”) o al servicio de recolección de basura, que pomposamente recibe el título de “Oficina Recaudadora del Producido de la Enajenación de los Subproductos Seleccionados de los Residuos Domiciliarios” (Modelo V). En la obra de Bustos y de Suárez Lynch, Borges y Bioy ponen en boca de varios personajes términos ’exquisitos’ como parte de la caracterización y parodia de su lenguaje. Aunque no en todas las ocurrencias, he reservado una entrada para estos términos cada vez que su empleo por Borges y Bioy parezca intencional y contribuya al perfil del personaje.